miércoles, 1 de enero de 2014

Phuket: la reina del “Carnaval” surasiático





30/12/2013

Desde la hippie isla de Ko Phi Phi Don y nuestra pequeña choza arribamos a la gigante Phuket. “ La perla del Andamán”,  así la llaman aquí, es la isla que reúne al turista que le gusta aparentar, mostrarse en todo sentido.
La enorme ciudad playera concentra una inmensa movida diurna y nocturna. 



Mientras dura el sol las playas se atestan de bañistas, uno al lado del otro, las reposeras con sombrillas se cobran unos 100 pesos uruguayos por persona. Eso así, te puedes quedar allí las horas que quieras. Puestos de comida llenan la rambla de punta a punta y todo se cocina a la vista del futuro comensal: pescado asado, pollo, cerdo, pulpos, calamares, choclos… todo sale el doble que en cualquier otro punto del país, pero también hay más variedad y confort.  




El primer día en la reposera me sentí abrumada por los vendedores ambulantes que caían uno atrás del otro ofreciéndome lentes, artesanías, bebida, comida, ropa, inflables, billeteras y tatuajes que duran sólo 10 días. El desfile de turistas era constante y los deportes acuáticos concentraban mi atención. Motos de agua, bananas, paracaídas tirados por lanchas, veleros y una tabla voladora que se mantiene en el aire gracias a dos potentes chorros de agua. Hacia el horizonte algunos cruceros y otros barcos.  Después supe que el gobernador de Phuket prohibió hace algunos años el uso de la moto de agua, pero al parecer hay ausencia de controles y camionetas llevan y traen hileras de motos atadas una atrás de otra haciéndose paso entre los bañistas que reposan en la arena. 





Otra cosa que llamó mi atención fue el topless de algunas mujeres y la zunga de ciertos hombres, algunos con la mitad de la raya del culo al aire, es que aquí parece ser moda usarla así. En contraste, algunos japoneses se meten al agua vestidos para mantener sus pieles blancas protegidas del sol.

La noche aquí es una cuestión aparte, sobre todo en Patong Beach, la zona donde nos alojamos nosotros y que es cuna de la oferta sexual, las discotecas, los cabarets, los travestis y las prostitutas. A pesar de que Bangkok lidera en número las movilizaciones del orgullo gay, la isla es donde ellos y ellas se sienten como en casa.




Aquí es usual ver a rubios con mujeres locales a las cuales pagan como damas de compañía. Las luces de los locales nocturnos, la montonera de gente, la música elevada, los promotores que atosigan al turista ofreciéndole entradas para whiskerías y los travestis de bikini y plumas que se prestan para la foto del turista me volvieron literalmente loca. Son tantas cosas para mirar, sentir y oler que no queda otra que dejarse llevar por la desorientación. Si Ko Phi Phi y Ko Pha Ngan destilan descontrol adolescente con sus fiestas en las playas, juegos con fuego y la tradicional Full Moon Party, Phuket destella glamour por todas partes, pero más bien para el fiestero adulto, que incluso se mete al cabaret con su mujer a ver a tailandesas esbeltas  y semi desnudas bailar entorno al caño que Marcelo Tinelli popularizó en su programa. En medio del frenético gentío nunca falta el thai que se acerca ofreciendo droga a pesar de que ésta es ilegal en Tailandia donde su consumo se pena con varios años de cárcel. El primer día iba todo maravilloso, lo nuevo resultaba atractivo y hasta me animé a probar comida hecha en la calle, es que la oferta gastronómica es inimaginable. Y como dice el dicho sobre las figuritas repetidas, estas aburren y al cuarto día mientras yo me acostumbraba al frenesí, Nicolás se aburría del bullicio.

Eran la una de la mañana cuando retornamos al hotel, en el que el recepcionista siempre estaba bebiendo alcohol. Nos servía el desayuno con un vaso de whisky en la mano y luego se iba detrás del mostrador donde seguía bebiendo vodka. Era nuestra última noche en Phuket.

Dormir mientras las paredes retumbaban por la música a todo volumen resultaba bastante difícil, es que una fiesta electrónica se instaló frente al hotel con carpa incluida. La música estaba enloqueciendo a Nicolás, que intentó usar los tapones de oídos que nos habían dado en el avión, sin resultados positivos para él. Al final logró evitar la filtración del sonido que ingresaba por las hendijas de la puerta, para lo cual improvisó una especie de trinchera usando toallas, bolsos, sillas y banquetas. Él estaba en pie de guerra contra la fiestera Phuket,  yo me había acostumbrado y la iba a extrañar.

Joven musulmana vendiendo comida en feria de Patong Beach.

Noche en playa de Phuket.

Tradicional globo de fuego lanzado por turistas al cielo.

Si se trata de vender...

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