viernes, 17 de enero de 2014

Ho Chi Minh: entre bocinas, motos y bloqueos





16/1/2014

Ho Chi Minh es la ciudad más grande de Vietnam, solo en esa parte del país viven 9 millones de personas y la masividad es aparente en sus calles. Lo que me resultó más llamativo es la cantidad de motos en circulación, principal medio de transporte para los vietnamitas. ¡Hay que ver el tránsito para poder entender la dimensión de su caos! 



La mayoría de los usuarios de motos no llevan casco, tampoco respetan las normas básicas del tránsito con el mérito de no llevarse puesto a ningún peatón (al menos no que yo haya visto).

Lo primero que se le viene a la cabeza al turista que pisa Ho Chi Minh es, “¿Y ahora?, ¿cómo hago yo para cruzar la calle?” Las principales avenidas son un caos, pero sólo hay que hacerse paso entre los vehículos para poder cruzar, al principio nos puede ganar el miedo pero lo peor que podemos hacer allí es paralizarnos y darle paso al vehículo motorizado, el miedo es peligro inminente en las calles de la ciudad vietnamita. Solo es cuestión de costumbre. Lo mismo sucede con las bocinas, suenan todo el tiempo en la ciudad, desde las 6 de la mañana hasta las 22 horas más o menos. Es la forma que tienen los conductores de hacerle saber a otro chofer que va a pasarle por el costado y los vehículos más grandes tienen prioridad sobre los más chicos; así un ómnibus le toca bocina a un auto y un auto le toca bocina a una moto antes de rebasarla, todo pasa en segundos.

La moneda local es el dong vietnamita, todo un tema para nosotros, ya que las cifras son bastante altas, llegando a manejar millones en apenas dos billetes.  
Para tener una idea, 20 mil dongs equivalen a 1 dólar y en una comida para dos por ejemplo llegamos a gastar un promedio de 150 mil dongs.

En la ciudad nos dedicamos a caminar y así ahorrar en transporte: el más usado por el turista es el taxi. Siempre hay que chequear que el taxímetro esté encendido y confiar en las fichas estipuladas. No vale arreglar ningún precio de antemano, pues es común que al llegar a destino el taxista suba el precio. 




Ho Chi Minh tiene toda la apariencia de un gran centro de negocios con edificios lujosos, rascacielos y mucha gente adinerada. Allí no se puede llegar con aspiración de tranquilidad, puesto que la verdadera característica de la ciudad es el caos.  Estuvimos 3 días y el ruido es tan apabullante que nos limitamos a salir del hotel solo para comer, visitar algún que otro museo y recorrer el mercado Ben Thanh, un edificio gigantesco con múltiples pasillos en donde se agolpan cientos de puestos. Allí se puede conseguir de todo: entre lo que se vende el café vietnamita es muy popular entre los locales, con la característica de ser muy, pero muy fuerte comparado con el que solemos beber en Uruguay.
Frutas de toda clase y color, ropa, artesanías, pinturas. En el mercado me compré un bello espejo de mano cubierto de una piedra tallada. Nicolás buscaba una pipa, las hay con todos los diseños imaginables, pero al final no le convenció ninguna. Hay que ir temprano porque a las 20 horas las puertas del mercado ya comienzan a cerrar, teniendo en cuenta que a las 18 horas el sol deja de brillar en Ho Chi Minh.



Entre los museos recorridos fuimos a uno en el que se exponían tanques, helicópteros y aviones usados durante la guerra entre el sur y el norte de Vietnam, siendo popularmente conocida como la primera derrota bélica de Estados Unidos en su apoyo al sur.  El conflicto, de origen político, se cobró entre 4 y 5 millones de víctimas. Actualmente Vietnam es un país gobernado por un régimen comunista.

La prensa internacional informa de diversas censuras por parte del gobierno  en el uso de Internet. En nuestro caso desde que estamos en Vietnam no hemos podido acceder a la red social Facebook desde la computadora, tampoco a Twitter. Según pudimos saber, la red social es bloqueada por las operadoras de Internet por orden del régimen como forma de evitar la difusión de los opositores al mismo. Cabe destacar que sí podemos acceder al sitio desde nuestros teléfonos móviles, con lo cual no nos sentimos tan reprimidos. Como para todo periodista, el hecho que me toquen de alguna forma mi libertad de expresión me resulta negativo y castrador.

Otro bloqueo con el cual me topé cara a cara fue con las trabas impuestas para enviar dinero fuera del país: se requiere un documento de Aduana donde se declare la cantidad de dinero con la que se ingresa al país en caso de ser turista  o contrato laboral en Vietnam en caso de vivir aquí. Recibir dinero se recibe sin problema, el tema es el envió tradicional por Wester Union.

Los medios de comunicación aquí están todos bajo el ala del comunismo y algunos blogueros independientes contrarios al régimen han terminado en la cárcel por “opiniones subversivas”.

Reporteros Sin Fronteras califica al país asiático como la tercera mayor prisión del mundo para blogueros después de China e Irán: así está el mundo amigos, parafraseando a Jorge Traverso desde Ho Chi Minh, parte de la antigua Cochinchina. 




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