martes, 17 de diciembre de 2013

Bangkok más que picante




16/12/2013







Del otro lado del mundo, así me sentí cuando bajé del último avión con destino a Bangkok, Tailandia, luego de haber dejado atrás a mi pequeño país de apenas poco más de 3 millones de habitantes.
Después de un barco, tres aviones, un tren y un tuc tuc pisé tierra asiática y los rostros empezaron a serme desconocidos, los idiomas también: inglés, thai, turco, diferentes dialectos chinos y otros tantos, menos español. 
En el hotel nos recibieron (a mi novio y a mi) con una sonrisa, de esas que dicen caracterizan al país,  un joven thai bajó las maletas y en la recepción una joven con voz masculina nos pidió en inglés la reserva mientras otra muchacha nos servía dos copas de un cóctel de frutas. Pagamos por adelantado y el botones sin traje nos llevó las valijas al quinto piso: habitación 508. Luego nos percatamos que la recepcionista era en realidad un hombre, al igual que la peluquera que nos había guiado hasta el hotel. Bangkok es una ciudad donde la apariencia puede engañar a muchos.

Hacía al menos dos días que no dormía, en los aviones me resultó casi imposible a pesar de las más de 20 horas de vuelo.

Mucho hablan del jet lag(efectos en el cuerpo debido al cambio horario), sin embargo estoy en condiciones de decir que yo seguía sin sueño aunque a mi novio no le pasaba igual, mientras escribía estas letras, él dormía plácidamente, aún con la televisión encendida con sonidos  extraños de un idioma prácticamente inentendible para cualquier latinoamericano común.

Pienso en el tuc tuc, el vehículo de transporte de pasajeros tradicional en la capital de Tailandia: una especie de triciclo con algo parecido a una carroza atrás en la cual íbamos nosotros y nuestras valijas.
El tránsito es una cosa de locos, taxis rosados, amarillos y de otros colores, ómnibus repletos hasta el tope, cientos de motos y autos particulares protagonizan una guerra en el asfalto, luchan por llegar más lejos y más rápido aún sin respetar las señales de tránsito básicas, como por ejemplo una cebra o el sentido de la calle. Todo vale, así podría describir el tránsito en esta ciudad. 

Y si de comida hablamos, mi primera experiencia no fue buena. Salimos del hotel a buscar un lugar respetable, de acuerdo a los consejos que una infectóloga nos dio antes de viajar: no comer nada crudo, beber solo agua embotellada, no aceptar bebidas con hielo y ni que hablar de obviar por completo las puestos de comida callejera, que abundan en Bangkok y contaminan el aire con su olor atrayendo a los comensales. En fin, elegimos un lugar de esos de comida rápida pero tailandés, pedí el menú de la foto y mi novio el mismo y se puso complejo. El vendedor intentaba decirnos algo en inglés que no llegábamos a entender, resultó que sólo quedaba un menú del que habíamos pedido. En fin, Nico (así se llama mi novio), escogió otro de la lista con fotos. Ambos parecían ser carne de cerdo(cosa que nunca llegamos a saber con certeza). Lo que nunca imaginamos fue lo picante que podría ser y de hecho era: nos estaba ardiendo la boca, pero teníamos mucha hambre así que terminamos los platos y bebimos agua dejando de lado el consejo de la doctora en Uruguay. Los vasos tenían mucho hielo y el agua nos la sirvieron desde una jarra con lo cual no pudimos comprobar si era o no embotellada. El lugar cerraba a las 20 horas, así que nos fuimos enseguida. Caminamos hasta el hotel topándonos con conductores de tuc-tuc y taxis que nos ofrecían su servicio con insistencia, pero siempre con una sonrisa.  El picante empezó a tener efectos en el cuerpo y en mi caso me llevó tres veces al baño y provocó fuego en mi estómago. Tuve mucho miedo y sentí la garganta casi cerrada, pienso ahora que por el impacto que generó tanto picante en un estómago no acostumbrado a eso. Me sentí morir literalmente y estuve a punto de usar,  ya en mi primer día, el seguro médico. Nico me tranquilizó porque a él le pasaba igual con la diferencia de que no enloqueció por tal motivo. Desde el ventanal del hotel podía apreciar la luna sobre la ciudad, me quedé con esa imagen para intentar cerrar los ojos y seguir a mi novio que ya estaba durmiendo desde hace rato.
Tuc Tuc, vehículo por excelencia para el transporte de pasajeros, sobre todo turistas. Una gira por los principales putos de la ciudad  nos costó 300 bath.

El 95% de la población en Tailandia es budista. Mujer ofreciendo ofrenda de frutas al buda.- 

1 comentario:

  1. Encantada de compartir el viaje a traves de tus comentarios.Ojalá encuentres tiempo para seguir haciendolo.Mmm...el picante ,el hielo y el agua!!!

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